La idea del proyecto surgió con una inquietud del grupo acerca de los recuerdos de las personas sobre el uso de las cartas. Escribir una carta y enviarla por correo postal era todo un ritual, también recibir una carta de alguien que estaba lejos o quizás muy cerca, a través del papel, traía consigo una intriga similar a la de los fotógrafos cuando revelaban sus rollos. Misterio, ansias, expectativas. “¿Cuándo viene el cartero?”, “¡Qué lindo sobre!”, “Estoy esperando una carta de...” , eran frases recurrentes.
No teníamos muy claro el objetivo del proyecto, pero nosotros nos encaprichamos con la esencia del proyecto; no lográbamos acoplarnos a la consigna. ¿Qué buscamos impulsar en la gente? ¿Qué puede ser una buena motivación para que la gente participe?
En primer lugar pensamos hacer un regreso en el tiempo para invitar a la gente a escribir cartas. La idea parecía prometedora, pero pensándolo mejor, nos dimos cuenta que era difícil de realizar, hacer que las personas vuelvan a ejercer ese ritual en los años de la revolución de Internet, las redes sociales, los sms, etc.
Finalmente, decidimos que sería más atractivo e interesante que la gente nos cuente las historias, las experiencias vividas a partir de su contacto con el género epistolar. Para ello, abrimos un espacio en Facebook, armamos un blog, y y estamos preparando un video alusivo al tema. El paso siguiente es difundir el proyecto y esperar la respuesta de la gente.
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